En las familias de hoy cada vez hay menos tiempo para jugar. Cuando ambos padres trabajan y llegan tarde a casa, luego de una dura jornada laboral, y no hay abuelos o tíos que cuiden a los niños, la costumbre de sentarse a jugar en familia va pasando al olvido.
“En realidad”, dice Astrid Kling-Hornig, “queremos reunirnos una tarde a la semana para jugar. Pero pocas veces lo logramos.” Astrid Kling-Hornig vive en Berlín, y hoy se toma tiempo para sentarse a jugar en la gran mesa del comedor con sus dos hijos, Moritz y Paul, y un amigo de éstos. Ante ellos se despliegan figuras multicolores, tarjetas y dados. Se trata de una versión de Monopoly, el clásico pasatiempo que conocen varias generaciones, en una versión modernizada que cuenta con un banco electrónico.
Auge de los juegos electrónicos
Los hijos de Astrid están enfermos y no fueron a la escuela, y ella está excepcionalmente en casa, por lo cual al fin hay suficiente tiempo para jugar todo el tiempo que se desee. “Durante la semana, trabajamos todo el día. Los viernes, todos estamos cansados, y el sábado y el domingo visitamos amigos o a la abuela. Es una pena, porque nos encanta jugar”, se lamenta Astrid.
Si en Alemania se les pregunta a los niños qué esperan de sus padres, todos responden que quieren que les dediquen más tiempo. En la familia de Astrid, tanto ella como su esposo trabajan. Paul y Moritz van a una escuela de tiempo completo. Su amigo Jakob, que hoy está pasando la tarde con ellos, va por la tarde a clases de judo, arte y guitarra. Es el típico estrés semanal de un niño de once años. Cuando tiene más tiempo libre, Jakob prefiere jugar con la consola de videojuegos, que, según él, “son más interesantes que los juegos de mesa”.
Jakob no es la excepción. Los videojuegos marcan récords de venta en Alemania, más que nada entre los niños y jóvenes a partir de los diez años. En un año, el volumen de ventas creció en casi un 19 por ciento, a 1.900 millones de euros, superando a los juguetes clásicos.
Autora: Svenja Pelzel/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz
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